En nuestro territorio las poblaciones se sitúan siempre junto a puntos de agua aprovechados para abastecerse y para regar, siendo la huerta el espacio más productivo y que más alimentos ofrecía; hasta el punto que su superficie determina el tamaño de la población. Para ello existía una red de balsas donde acumular los escasos caudales, distribuidos a conveniencia por una red de acequias, una obra de ingeniería que se desarrolla sobretodo en periodo islámico y nosotros heredamos. Los campos se trabajan con cuidado, complementando con fertilizantes de animales de corral. Hoy es un patrimonio natural e histórico, entendido como jardín urbano que se debe fomentar tanto por la calidad visual como por ofrecer productos locales de proximidad.